Boca no logró brillar en Córdoba y empató 0-0 ante Instituto
Una vez más, Boca Juniors dejó una deuda pendiente. En el juego, en el resultado, en aquello que representa su esencia: imponerse, demostrar y dominar. El equipo dirigido por Diego Martínez continúa sin consolidarse como un conjunto sólido. Al menos, no como un equipo confiable, que inspire entusiasmo, que despierte ilusión, y que juegue con ambición y determinación en cualquier estadio. De visitante, volvió a tropezar, sumando un empate sin goles frente a Instituto. Con este resultado, Boca acumula tres empates consecutivos (incluyendo la Copa Sudamericana) y ya son cuatro partidos sin victorias fuera de casa. Así, la lucha por el campeonato parece alejarse, quedando a nueve puntos del líder Huracán, aunque con un partido menos.
Sin embargo, lo más preocupante no son solo los números, sino el funcionamiento del equipo. En Córdoba, Boca volvió a mostrar un fútbol deslucido, sin chispa ni sabor. Ni siquiera las incorporaciones recientes lograron marcar una diferencia significativa. Tres de los refuerzos comenzaron como titulares, y luego ingresó Milton Giménez, pero el desempeño colectivo no mejoró.
Un primer tiempo para el olvido
La primera mitad del encuentro fue totalmente olvidable para Boca. Apenas se destacaron un disparo de Blanco que pasó lejos y un cabezazo de Belmonte con el mismo destino. Más allá de estas acciones aisladas, el equipo de Martínez no generó situaciones de peligro real. En términos de remates al arco, Boca no logró registrar ni uno solo en los primeros 45 minutos.
El déficit ofensivo fue evidente: no hubo jugadas colectivas elaboradas, ni asociaciones que amenazaran al rival. Esto no es nuevo; Boca lleva arrastrando esta carencia tanto con como sin refuerzos. A pesar de los cambios en la plantilla, la ecuación sigue siendo prácticamente la misma.
Durante este periodo, el equipo estuvo más cerca de recibir un gol que de anotarlo. Sergio Romero, con una atajada espectacular ante un cabezazo de Alarcón, evitó la caída de su arco. Además, un blooper salvó al Xeneize: Rodríguez disparó desde el área, y cuando el balón iba directo a la red, rebotó en Nacho Russo, quien estaba en posición adelantada. En ese momento, Boca se vio beneficiado por un golpe de suerte.
Cavani, sin impacto
Ni siquiera Edinson Cavani, héroe en la clasificación a los octavos de la Sudamericana, logró marcar la diferencia en esta primera mitad. Al igual que Merentiel, Cavani se mostró desconectado y sin oportunidades claras para desplegar su jerarquía en el área rival. En un movimiento sorprendente, Martínez decidió sustituirlo a los 15 minutos del segundo tiempo, una decisión que dejó dudas sobre la estrategia empleada.
Sin respuestas en el complemento
En la segunda mitad, el panorama no cambió significativamente. Boca logró un manejo más prolijo del balón, pero eso resultó insuficiente para un equipo de su envergadura. Hubo intentos de asociaciones aisladas, pero la falta de profundidad y creatividad siguió siendo evidente. Ni siquiera el ingreso de Zeballos por Aguirre logró modificar el desarrollo del juego de manera significativa.
Al final, el impulso anímico conseguido en la clasificación a la Sudamericana quedó en la Bombonera. Los refuerzos tampoco lograron aportar la energía necesaria para sacar algo positivo de Córdoba frente a Instituto, que resistió con solidez.
Un panorama complicado
Con este empate, Boca se encuentra en una posición comprometida en la tabla. Las expectativas de pelear por el título se diluyen con cada partido que pasa sin conseguir la victoria. Más allá de los resultados, la falta de un juego convincente y cohesionado se presenta como el mayor desafío para Diego Martínez y su equipo. Si Boca no encuentra una identidad clara pronto, la temporada podría convertirse en una sucesión de frustraciones.